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Las fases de la enfermedad

Según el grado del desarrollo de la enfermedad se podrían distinguir tres fases:

Fases de la enfermedad
Fase inicial, precoz o aguda: el paciente puede no presentar síntomas
Fase intermedia o crónica: esta fase tiene una duración variable, que se estima en varios años, y en ella persiste la proliferación viral, aunque a bajo nivel
Fase final, de crisis o de sida: coincide con una profunda alteración del estado general del paciente, aparición de graves infecciones oportunistas y alteraciones neurológicas

Fase inicial

Independientemente del mecanismo de transmisión, los síntomas que aparecen tras el contagio del VIH guardan relación con la dosis infectante, la virulencia de la cepa y la capacidad de respuesta del sujeto infectado.

El VIH se disemina e invade muchos tejidos, especialmente el sistema linfático. El paciente infectado puede no presentar sintomatología.

 

 

 

Manifestaciones clínicas más frecuentes en la fase aguda:

  1. Fiebre y/o sudoración, 97%
  2. Adenopatías, 77%
  3. Odinofagia (dolor al tragar), 73%
  4. Erupción cutánea, 70%
  5. Artralgias y mialgias (dolor de articulaciones y músculos), 58%
  6. Trombopenia, 51%
  7. Leucopenia, 38%
  8. Diarrea, 33%
  9. Cefalea (dolor de cabeza), 30%
  10. Elevación de las transaminasas, 23%
  11. Anorexia, náuseas o vómitos, 20%
  12. Hepato o esplenomegalia (aumento del tamaño de hígado o bazo), 17%

Fase crónica

Esta fase tiene una duración variable, que se estima en varios años, y en ella persiste la proliferación viral, aunque a bajo nivel. Los pacientes suelen ser asintomáticos, con o sin adenopatías, cifra baja de plaquetas y mínimos trastornos neurológicos.

Aunque existen amplias variaciones individuales, se estima que en 10 años el 50% de los adultos y el 80% de los niños habrán evolucionado a estadios más avanzados, aunque la progresión de la enfermedad puede verse influida por numerosos factores.

Fase final

Coincide clínicamente con una profunda alteración del estado general del paciente (wasting syndrome, síndrome de desgaste), aparición de graves infecciones oportunistas, ciertas neoplasias y alteraciones neurológicas. Es el momento en el que se considera que el infectado por el VIH tiene sida.

El pronóstico de supervivencia es variable; parecen influir la edad, el mecanismo de contagio y la forma de presentación. El tratamiento con antirretrovirales ha mejorado la supervivencia: antes de su utilización se encontraba entre 30-50% a los 2 años y era menor del 10-20% a los 4 años.

 

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